En lugar de 'Dragon Ball Super' debería llamarse 'Dragon Ball'.

La esperada pelea entre Bills y Super Vegeta se ve eclipsada por un duelo en la cumbre entre Oolong y el Dios de la Destrucción.

Todos estábamos deseando ver a Super Vegeta intentando rozarle la cara a Bills, pero no sólo la cosa ha sido corta, sino que ha quedado algo descafeinada en animación, como a tirones, para que me entendáis. Es mucho más divertido ver a Pilaf y su pandi haciendo el tonto, ¿verdad?

Pero el Dios de la Destrucción le da otra oportunidad al planeta para sobrevivir, un piedra-papel-tijera por el destino del mundo, y elige como rival a... Oolong. Nuestro porcino amigo no tenía tanto protagonismo desde que le pidió a Shenron unas braguitas. ¿En serio creíais que iba a ganar? Vegeta tendría que haber hecho su baile, lo he dicho mil veces.

Y cuando todo parecía perdido, aparece Goku, al igual que ponía en el título. ¿Cómo evitará la destrucción de la Tierra?

Y volvemos a la misma conclusión del resto de capítulos. Los episodios pasan sin chicha y con un montón de relleno, lo más probable que para terminar el cour con el final de la película, 'La Batalla de los Dioses'. Y entonces nos preguntamos, ¿no habría sido mejor usar metraje de la película que estaba bien hecha? Total, si es casi igual.